30 de septiembre de 2011
La habitación cerrada
La habitación cerrada es mi condena.
Las palomas ausentes mi destino.
Escribo como un envenenarme.
Como quien se arroja ciegamente
al fondo de un profundo precipicio;
contra la luz encerrada en las ventanas.
Como quien hunde el cuerpo en alta mar
sin esperanza alguna de regreso.
Como un prófugo a través de la nada.
En cada verso dejo
el sedimento espeso de la sangre.
Me voy crucificando en cada sílaba.
Como un cuchillo inverso me penetro.
Tú
___ poema
__________ balcón
abierto a los infiernos.
De El rostro prohibido
Publicado en Poesi.as, Revista Almiar y Misioletras
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Un poema muy hermoso. Me deja pensando...
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Tamara.
ResponderEliminarEse es, quizá, el sentido final de la poesía: Que el lector (interlocutor) vea en nuestras imágenes caminos hacia otras que nacen de su propio pensamiento. A veces, lo conseguimos, y eso es lo que da sentido y vida al poema. Un abrazo.