22 de diciembre de 2018

Villancikón



¡Qué buenos somos todos al llegar la navidad!

Parece entonces que ni marzo ni octubre,
ni abril (con su crueldad denunciada por Eliot)
hubieran sucedido. Pareciera
que los asesinatos fueron malentendidos,
las traiciones, descuidos; las mentiras,
un lapsus pasajero, un hecho intrascendente.

Ya no importan entonces los feroces balazos,
ni la sangre vertida por puñales impíos,
ni tantas violaciones vilmente ejecutadas
ni el tiempo cancelado en las agendas rotas
de tantos peregrinos que transitan la vida
ajenos a las bífidas conciencias de los hombres.

¡Qué fácil es entonces meter bajo la alfombra
de las hipocresías las heces cotidianas!
¡Qué fácil olvidar los crímenes que apestan
de norte a sur los mapas desangrados!

¡Bebamos y olvidemos!
¡Que los belenes y árboles de plástico
nos devuelvan (solo por un instante)
ese espíritu puro, esa alegre inocencia!

¡Bebamos y olvidemos!
No dejemos que enturbie nuestra fiesta
el recuerdo de aquellos que padecen
los terribles hachazos del olvido.

Pero al doblar el año nuevo los espejos,
esos insobornables confidentes,
otra vez acusarán con sus reflejos
como afilados dedos delatores,

volverán a brillar las navajas de la envidia
volverán a ser las cosas como siempre
fueron en esta tierra invertebrada:
hijos abandonados, amigos postergados,
ancianos desahuciados, rostros indiferentes...

¡Aparta de mí este cáliz! Padre, no permitas
que mi perdón alcance a los verdugos,
ni a aquellos otros que la mano esconden
después del lanzamiento de las piedras
que lapidan esperanzas de muchachos.

¡Aparta de mí este cáliz! Padre, no permitas
que se olviden los nombres de los muertos.
No me dejes callar aunque los labios
se nieguen al esfuerzo de moverse.

No beberé la sangre de sus venas,
no cobraré monedas irredentas.

No permitas que la memoria me traicione,
que nada borre las iniquidades,
las lagrimas, el miedo, las infamias...

19 de septiembre de 2018

Te arrancarán del sueño a medianoche


Te arrancarán del sueño a medianoche.
Serás conducido por hostiles corredores.
Te verás empujado hacia una luz simulada.
Traspondrás puertas marcadas con sus signos,
signos ajenos que no podrán conmoverte.
Visitarás alcobas nocturnas que te sumirán en el dolor.

Te robarán el sueño, serás uno de ellos.

Luego, al alba, te arrojarán de nuevo entre las sábanas
y creerás haber sufrido una funesta pesadilla,
pero solo hasta que el espejo te devuelva el saludo
de unos ojos que no serán tus ojos,
que serán los ojos intrusos de un extraño,
ojos cronómetro que irán restando los segundos
que te separan del silencio definitivo.

8 de agosto de 2018

Palomas


¡Ah, palomas que un día sobrevolasteis mi ciudad!

¡Qué solos están hoy los bancos de la plaza!
Qué inhabitados los rosales y las fuentes
y aun la gravilla del sendero que un día vio alejarse
mi sueño adolescente, la esencia inapresable
de esa otra, mi ciudad, que aún duerme entre las calles,
que calla cuando el alba desparrama sus carnes
sobre las turbulentas avenidas
sembrando el caos, la acelerada rutina,
el presuroso tránsito cuyo destino es sólo aparente.

18 de julio de 2018

En algún lugar hay una tumba


En algún lugar hay una tumba
de la que no recuerdo el nombre
ni aun el rostro
sino por viejas fotos.

Fotos en blanco y negro y un dolor a extirpar,
huellas que permanecen
allende las fronteras del olvido.

En algún lugar al borde del camino
una cruz sin madera ni epitafio 
se levanta evocando...

Asesinado y asesino son un único rostro
y una línea de tumbas sucesivas
va marcando el destino del viajero.

Falsos cielos se forja el asesino
donde huellas imitan cicatrices
y el semblante refleja las facciones
de aquel otro que yace en el recuerdo.

Falsos cielos que al alba se derrumban
dejando al descubierto
las heces del pasado.

1 de junio de 2018

Adiós apresurado de la lombriz de tierra


Pasan lentas las horas
sobre el desierto páramo humeante.

Donde hubo verdes bosques,
donde hubo frescas aguas,
llegaron ellos con su voz de trueno,
aplastaron la hierba con sus máquinas,
prendieron la espesura estremecida.
Miedo dejaron
             tierra ennegrecida
y una atroz muchedumbre de cadáveres.

Si húmeda y grata fue la tierra,
si blandas y jugosas las raíces,
hoy solo queda el fuego consumiendo
las queridas alcobas subterráneas.

Miles de insectos yacen sobre el valle
por el fuego infernal carbonizados.

Tan solo quedo yo reptando errante
en busca de otros lares.
                     Más abajo,
más lejos del horror de los humanos.

De El horizonte traicionadoPoemas de @S_Borao_Llop
Publicado en Elfos y Revista Azahar

2 de mayo de 2018

La ciudad de los muertos


La ciudad de los muertos
que viven a deshora
caminando abstraídos
por gloriosas avenidas de tumbas alquiladas.

Esa ciudad de espectros
que se desvanecen en la bruma,
desparramada su esperanza
entre baldosas sucias y desagües.

Allí reina la muerte
repartiendo folletos a los transeúntes
tras su amigable sonrisa putrefacta.

Las calles muertas
que conducen a zaguanes muertos
donde solo los gatos 
se aferran a la vida,
donde los vivos miran de reojo
y callan espantados.

Escucharás
el llanto de una niña
maltratada
enferma
acaso agonizante
(Los padres muertos se preguntan
quién es esa niña
esa desconocida
que fue parida a deshora
entre los callejones de la muerte)

Y las alcantarillas son una desbordada histeria
de ratas victoriosas.

2 de abril de 2018

Invisibles llagas


Las veo caminar cada mañana
entre la bruma de las calles.
Cansancio y rímel sobre sus pestañas,
maquillaje en sus conversaciones,
en sus bocas heridas, en sus caras
gastadas como la piedra roma
que cada noche lapida
y lapida
una y otra vez
una y otra vez
el ajado lienzo del recuerdo.

Como la pétrea mano que golpea,
noche a noche,
la blanda carne amoratada,
la consciencia que se torna niebla.

Una lágrima escapa.
Sombra de un grito insinuado
que un día escucharemos.
                         Tal vez
cuando ya sea demasiado tarde.


6 de marzo de 2018

La cara oculta de los cuentos


A Eva L.L. que sembró la idea
y aportó alegría a mi vida.

Ella quería ser princesa
pero, visto de cerca, 
el palacio no era de cristal
sino de frío acero.

Y los invisibles barrotes
fueron deformando su rostro
-un rostro antaño dulce-
hasta transformarlo en una máscara,
una máscara de plástico
diseñada para un mundo de plástico
donde sólo es real el desencanto.

12 de febrero de 2018

Aniversario



Está anocheciendo y cae la niebla, como entonces. De acuerdo a lo previsto, hoy va a helar de nuevo.
Escucho y clasifico los ruidos de la calle, los del rellano, los de mi propia casa. Verifico la absoluta normalidad mientras compruebo la disposición de los cuadros en la pared del recibidor.
Oigo voces, pero sé que no son más que los ecos de mi propia voz, que el tiempo ha ido amontonando en los rincones y el silencio multiplica espantosamente. Pronto sonarán las nueve en la vieja iglesia; sin embargo, desde aquí no pueden escucharse las campanadas. Repaso minuciosa, inútilmente los detalles. Todo está en su sitio. Todo idéntico a aquel 30 de diciembre de hace veinte años, idéntico a todos los treinta de diciembre desde entonces, como cumpliendo un ritual que no termino de comprender pero al que no puedo sustraerme. Miro el reloj, calculo el retraso, me asomo a la ventana. A esta hora no circula casi nadie. Por eso me sorprende la vaga silueta que se insinúa a través de la niebla. Despacio, como insegura, camina por la acera de enfrente. Sé que no puede ser ella, pero a pesar de todo es lindo soñar que son sus pasos los que resuenan sobre las húmedas baldosas, que son sus manos las que ahora sujetan un papel en el que sus ojos parece que intentan descifrar algo, que es su rostro el que se levanta de golpe mirando hacia este lado, buscando tal vez los números de los portales. Sé que es una tontería, que ella no tiene el pelo así, ni un abrigo como ése, pero después de veinte años estériles es tan lindo soñar que ha sido su brazo el que ha empujado la puerta del patio que ahora se oye cerrarse sin violencia, que son sus tacones los que lentamente ascienden hasta el primer piso, deteniéndose allí unos segundos, como dudando, y reanudan luego su marcha hacia arriba, hacia este segundo piso en el que sin darme muy bien cuenta ya la estoy esperando. Mientras pienso que seguramente ha de ser otra persona y que de un momento a otro escucharé el lejano sonido del timbre de alguno de mis vecinos, bajo un poco las luces y pongo el disco de Miles. Absurdo suponer siquiera que la imitación de fechas, temperaturas y gestos haya podido provocar, por fin, una ruptura en el tiempo, una repetición de lo que jamás debió ocurrir, una oportunidad para cambiar la historia. Los pasos han dejado de subir, pero si se pone atención puede escucharse el sonido de una respiración agitada ahí fuera. Seguro que en el rellano no hay nadie, que se trata sólo de mi imaginación, pero ya es la hora. Me dirijo a la puerta mientras miro de reojo hacia la mesa. Todo está dispuesto y los cuchillos relucen. No conviene demorarse: suena tan bien la música esta noche...


Prosas breves de @S_Borao_Llop

5 de enero de 2018

Espejismos


Las ciudades, las sierras,
los aviones, los patos, 
los parques y ambulancias,
las luces, los teléfonos,
los gatos, los tranvías,
las alocadas multitudes,
las carreteras grises,
las farolas y esquinas,
tus manos, los bolígrafos,
el vuelo de los pájaros
y el mar, el mar, el mar...

Todo desaparece tras la siguiente duna.

Sólo es real la sed.
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