El exilio no es estar lejos
de la tierra de los antepasados
o la tierra en que nos criamos
o el calmado lugar donde vivimos.
de la tierra de los antepasados
o la tierra en que nos criamos
o el calmado lugar donde vivimos.
El exilio es estar lejos de casa
cuando ni siquiera sabes
qué significa exactamente esa palabra.
El exilio es estar lejos
de lugares y gentes
que ni siquiera sabes si existen;
el exilio es saber que se está
en el lugar equivocado;
el exilio es estar fuera,
desterrado de uno mismo,
o peor: encerrado
en el interior de alguien
que se nos parece un poco
pero es apenas un golem
con nuestros propios rasgos;
el exilio es no poder ser
quien se desearía ser,
no estar donde se desearía estar
aunque no sepamos si ese lugar existe
o es un sitio llamado rosebud.
El exilio es un estado del alma,
la dilatada añoranza
de algo cuya existencia
apenas sospechamos.
El exilio es estar arrancado: parte nuestra sale de uno y pasa a estar por ahí, para siempre. Los exilios son definitivos, porque, aunque se vuelva a algún lugar, nada cura, nada recupera, y uno es exilado del lugar de origen y nunca asilado por ningún otro lugar: la extranjerìa no conoce paz.
ResponderEliminarHermosa lectura, amigo Sergio.
Interesante reflexión, Carlos. Gracias por tu visita. Cordial saludo.
Eliminarel exilio es para mí la más atroz de las decisiones o el más malvado de los castigos.
ResponderEliminarLo es, en efecto. Gracias por su comentario y también por la invitación a visitar su página, cosa que me dispongo a hacer. Un cordial saludo.
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