Mañana...
Quizá nadie, ni yo, recuerde tus palabras,
el fuego de tus versos, la paz de tu sonrisa,
el grito de tu pecho irreverente.
Pero hoy que te has marchado para siempre,
sin firmar un contrato, sin llevar equipaje,
yo -mínimo grano de arena en la infinita playa-
he derramado una lágrima violenta
por la llaga incurable de tu ausencia.

¡Qué bella elegía!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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