Y yo
¿Dónde estoy?
¿Qué ciudad albergó mis ilusiones?
¿Dónde fueron mis temblorosos ángeles
y esas aves tan mías, tan hambrientas de espuma?
¿En qué bosque abatido por el hacha,
por el fuego,
por el loco delirio,
por la mano inclemente de los hombres,
murieron mis esperanzas?
Y así, busco incansable
en el oscuro fondo del poema
y tampoco allí puedo encontrarme
¿Dónde, pues, debo buscarme
yo, que fui savia inagotable,
yo, tallo, estambre, pétalo, raíces?
Decidme entonces,
¡oh, vividores de infinitas vidas,
bebedores del mundo y sus ciudades,
parceladores del suelo cotidiano
que no sufre temblores!
¿Dónde hallaré, decidme,
la inocencia?

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