Hay cadenas que no pueden ser vistas.
Cadenas imposibles que no pueden romperse.
Siento en torno muros asfixiantes,
informes muros carentes de estatura
y por incomprensibles, insalvables.
Hay círculos nunca definidos
cuyo aro inconcebible disminuye
con el paso implacable de las horas
cerrando más y más el invisible anillo.
Y el aire se enrarece, las palomas
se alejan hacia mares respirables.
Se ahogan las palabras, caen las manos
entregadas a un caos subterráneo.
Y no es posible la huida.
No habrá túnel
que lleve a la esperanza.
Sólo yo soy mi cárcel, mi condena.
Tristemente cierto...
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