Convertido en indecisa ruina,
el mundo lloverá sobre sí mismo.
Aún no habrán cesado en tus tímpanos las últimas campanas,
cuando ya los cascotes se precipiten nuevamente
sobre su propio eco.
Y ese no será el fin. Volverán las gaviotas
para ser engullidas otra vez por las fauces carniceras
del tiempo indiferente y sanguinario.
Regresarán el cazador, la hormiga, la anaconda...
Y así, el ciclo seguirá inmutable hasta una lejanísima aurora
en la que acaso nazca el hombre nuevo,
sin cadenas, sin barreras, sin ansias destructivas,
con las manos dispuestas a la tarea encomendada,
con la mente libre y el corazón puro
como esa hierba renaciendo en los escombros,
como el agua redentora e impoluta
que brotará por fin de aquellas fuentes
que creíamos cegadas para siempre.
Muy apreciado Sergio:
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tu espacio, me alegra que continúes actualizando este blog.
Siempre un placer leer tus sentidos poemas, con bellas imágenes y metáforas; letras conmovedoras y también comprometidas.
Muchas gracias por tu poesía.
Mi abrazo y mis mejores deseos para tus días
Hola, Analía.
EliminarGracias a ti por tu visita. Después de unos años de inactividad, pensé que ya era hora de retomarlo. Por suerte tengo bastante material para una temporada. Más allá, ya veremos.
Te agradezco tus palabras y te mando un fuerte abrazo.
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ResponderEliminarUn hermoso poems, hermano poeta, un abrazo desde Cuba.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo cubano. Un abrazo de vuelta.
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