18 de junio de 2011
Ojos sin nadie
Dicen que un abrigo negro se lo llevó una noche,
que una sombra mortal iba envolviéndole,
que una estrella fugaz lloraba su destierro.
Supo entonces de plazas donde la luz no existe,
conoció las palabras carentes de sonido,
habitó las vertientes del olvido.
Una capa negra, dicen, se lo llevó despacio
a una ciudad de huecos corredores
y vastas avenidas en penumbra
y velos que se pierden tras todas las esquinas.
No le veréis mañana, será otro;
otro su corazón, otra su piel, su fiebre.
Pues dicen que una noche
se perdió entre otras calles
y unos ojos sin nadie se lo llevaron preso.
De El rostro prohibido
Publicado en Al_andar, La Biblioteca de Bizien y en el libro electrónico Camino al andar
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