Por los espejos cóncavos
un hombre va gritando
que hay abismos de lluvia sin ventanas,
que hubo un tiempo de orillas franqueables,
polillas como libros, azucenas tardías,
surcos como gaviotas mar adentro.
¡Todo entonces como un olor de abejas!
O como el beso de la luz furtiva
que se filtra a través de las cortinas.
Por los cóncavos espejos resbalando
un grito y una lágrima.

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