30 de septiembre de 2025

Las alas del gorrión


Las alas del gorrión se agitarán de nuevo,

habrá otro amanecer, otra promesa,

otro lienzo pintado con trazos luminosos.


Será como si nunca

            hubiésemos perdido

                        el dorado fulgor de la esperanza.

De Extrañamientos y rescatesPoemas de @S_Borao_Llop

27 de septiembre de 2025

Morirás y otra estrella


Morirás y otra estrella,

otro vendaval de luz, otra quimera,

ocupará tus ropas, mirará con tus ojos,

besará con tus labios, imitará tu risa,

la forma en que caminas, tu tristeza...


Pero ¿quién?

                 dime ¿quién

te soñará despacio cada noche

cuando el olvido barra las palabras?

De Extrañamientos y rescatesPoemas de @S_Borao_Llop 

19 de septiembre de 2025

Tal vez sea mejor buscar un fuego



Tal vez sea mejor buscar un fuego

y echarse a navegar entre las brasas

para así rendir culto a las cenizas.


Y luego renacer.


Proféticamente renacer

para surcar el nuevo firmamento

sin fuegos fatuos ni estrellas engañosas

ni efímeros efluvios de rocío

bañando la espesura estremecida.


Renacer y sentir sobre la carne

la brasa de otra carne despertando

flamígeros volcanes en reposo.

De El Rostro ProhibidoPoemas de @S_Borao_Llop 

17 de septiembre de 2025

Siempre nuestro yo espera allá a lo lejos


 

Siempre nuestro yo espera allá a lo lejos,

al otro lado de los montes, en otra encrucijada,

siempre en la distancia, 

en la inmensidad.


Y un suspiro fugaz se nos escapa,

pero es ya tarde y hay que regresar

a lo cotidiano, a lo absurdo,

a esta existencia urbana que es apenas la sombra

de una muerte aplazada que desgrana

esos inapresables minutos que nos van alejando

de ese otro nuestro yo que espera en la distancia

dormido, yacente, acaso ya sin la menor esperanza...

De El Rostro ProhibidoPoemas de @S_Borao_Llop 

14 de septiembre de 2025

Resaca


 

También

el fondo de mi copa está vacío.


Como las noches

    Como los días

        Como los árboles del patio

               Como la vida


Tan sólo la resaca

permanece.

De El Rostro ProhibidoPoemas de @S_Borao_Llop  

9 de septiembre de 2025

Ajedrez o rey


La casa está en lo alto de una escalera de piedra. 

La vieja escalera baja hasta una calle estrecha. 

La calle desemboca en una plaza habitada por breves y coloridos jardines, farolas y palomas. 

En la plaza nace una avenida. 

La avenida conduce al parque. 

En el parque hay niños que juegan, perros corriendo, ancianos leyendo la prensa, madres agobiadas, mendigos, desocupados, algunos jóvenes que han faltado a clase, uno o dos guardias y, en el centro de todo, dos hombres muy serios que disputan una partida de ajedrez. 

Diríase que mientras ellos meditan, el tiempo se detiene. Diríase que cada movimiento produce consecuencias de alcance insospechable. Tanto es así, que el simple eco que nace del avance de un peón blanco (la mano del jugador lo está empujando hacia la siguiente casilla) puede ser el envés de la corneta homicida que en ese mismo momento, en otro lugar, desata un frenesí de fuego y horror que se va extendiendo por la altiplanicie hasta llegar a la remota aldea donde un durmiente anónimo sueña una casa en lo alto de una escalera de piedra.

Prosas breves de @S_Borao_Llop

7 de septiembre de 2025

No me quedan auroras que ofreceros


 

No me quedan auroras que ofreceros.


Nunca regresaremos de esas tierras de humo

donde yacen calcinados los arcángeles

y una flor es un símbolo de infamia.


No me quedan ibones ni amapolas,

ni el destello fugaz de un arco-iris.


Tan sólo lluvia triste en los bolsillos.

Otoños.

Cánceres de paloma desplumada.


Y a lo lejos un sol que se desmaya

tiñendo de silencio los campos desolados.

De El Rostro ProhibidoPoemas de @S_Borao_Llop  

5 de septiembre de 2025

No mires a los ojos de los maniquís



No mires a los ojos de los maniquís.

Sus ojos son la senda incomprensible

hacia mundos terribles nunca presentidos.


Todo en el aire parece agazapado

como en espera de un único movimiento en falso

para saltar definitivamente sobre tus últimas moradas.


Los maniquíes no saben hablar.

No es probable que uno de ellos se decida a amar.

Nunca podrás sembrar la dulzura en sus almas

porque sus almas están hechas de plástico.


Sus frías manos nada harán renacer.

El coágulo incoloro de sus rostros,

la rigidez enfermiza de sus miembros,

la quietud infinitamente repetida,

pueden causar lesiones en el corazón poco habituado

del incansable espectador de platea.


Pero no mires jamás a los ojos de los maniquíes

o tu alma podría hundirse en el fondo sin fe de los espejos

o peor, diluirse

en el cosmos sin fin de las regiones quietas.

De El Rostro ProhibidoPoemas de @S_Borao_Llop  

3 de septiembre de 2025

Manifiesto del presunto desesperanzado



¿De qué me serviría, amigos míos, tomar ahora la palabra?

¿De qué esgrimirla como espada candorosa

o arrasar con su filo las esperanzas de los aún no nacidos?


Si ya no quedan batallas que cantar

ni flores que ofrecer en despedida.


Si no existe la nave en que un día nos hicimos al mar.

(Sus mástiles hoy yacen bajo metros cúbicos de agua y de petróleo

o peor, en el fondo de los archivos históricos

de alguna biblioteca oscuramente clausurada)


Decidme, ¿para qué? 

                      Puedo seguir cantando, sí.

Denunciando a todos esos turbios criminales

que se escudan tras la innombrable estatura

de sus flamantes títulos universitarios

mientras a su espalda van dejando indiferentes

un insufrible censo de cadáveres.


Puedo seguir hablando para nadie 

de la ritual explotación (ahora ya debidamente regulada)

de que es objeto el pueblo pasivamente amodorrado.

Puedo llenar vuestros oídos, las cuartillas, las pantallas

de los ordenadores, las páginas de un periódico ineditable.

Puedo convertirme en huidizo virus e inundar vuestros discos duros

con todas las palabras que no deben pronunciarse.


Pero, decidme, amigos míos habitantes

¿En verdad serviría para algo?


En lujosas sedes se entregan afamados premios.

Hay fiestas cada noche en cada barrio

celebrando incoherentes aniversarios, centenarios, 

solemnes efemérides exhaustivamente documentadas

o importantísimos hechos históricos que nadie conoció.


Bellas modelos posan con la mejor de sus sonrisas

en el centro de la sala iluminada

esperando que les llegue el turno de decir su frase

mientras los pesos pesados de la política, la farándula y el deporte

atiborran las repletas mesas

atiborrándose a su vez de canapés y flashes y entrevistas

y preguntándose el nombre del galardonado

y, claro está, el motivo de tanto reconocimiento

y así sucesivamente hasta el borroso amanecer de las tapias circundantes.


Todo, pues, como un teléfono sonando al otro lado del telón

entre locas carreras de fotógrafos y dandis,

anacrónicamente sonando sin que nadie se atreva a descolgarlo

mientras los camareros lo miran con recelo 

y el gesto incómodo de los espectadores del palco

delata la total incongruencia del molesto zumbido

que no permite escuchar la dulce voz de la diva

subcontratada para tan grandiosa gala. 


¿Cómo entonces, decidme, cómo desenterrar

la voz que en otro tiempo se quiso hacer bandera

para no más devenir en arroyuelo

                                                    o en hedionda charca?


Pero tal vez me gustaría nombrar el homenaje,

el tan necesario homenaje que nunca tuvo lugar

y que tampoco es probable en los años venideros.


A esa gente que surca las avenidas y los campos

cuando el sol no es aun sino una vaga presunción

allende el gris telón del horizonte.

A esos ¿qué galardones? ¿qué ofrendas?

Decidme.


A esas mujeres de callosas manos que sostienen el mundo

sin murmurar una palabra de reproche y en las cálidas noches

se entregan sin un quejido sospechando oscuramente

que su fatigada entrega forma parte de un complejo engranaje

que jamás podrían comprender.

A ellas ¿quién las premia? ¿Dónde se las festeja?


Pero, insisto, queridos supervivientes compañeros

del olvidado viaje que algún día emprendimos

sabiendo de antemano lo arriesgado de la travesía

hacia ese continente que ningún mapa reconoce.

¿Es posible aún, a estas alturas, ser oídos?


Reflexionad, amigos existentes todavía.

¿No sería mejor hablar de fútbol, de toros o flamenco,

seguir con atención los avatares de la moda,

comentar lo preciosa que estaba tal o cual princesa

o invertir en acciones rentabilísimas

los veinticuatro cromos heredados

de aquel niño que aún nos sonríe esperanzado

desde el fondo amarillento de una fotografía inconcebiblemente rescatada

a las inclementes brasas de la vida?


Pero en el fondo de vuestros ojos, puedo verlo, hay una chispa.

Debe haber otros mares, debe haber otras naves

que puedan conducirnos con rumbo a la utopía.

Debe haber otras corrientes submarinas, otros puertos,

otros muelles donde atracar la nave misteriosa

que naufraga y naufraga y vuelve a naufragar y sigue navegando

sin importar las nieblas, sin importar las rocas,

los siniestros escollos que van surgiendo entre las olas

ni el embravecido mar que por doquier salpica espuma

desorientando brújulas y estrellas.

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