Hay voces que aseveran que el infierno
es la repetición infinita de determinados gestos,
como despertar cada mañana sin nadie entre las sábanas,
certificar tu ausencia en todos los rincones de la casa,
desayunar sin tu sonrisa frente a mí, ir al trabajo
con la oscura convicción del inútil regreso
porque al regreso tampoco vas a estar, ni tus canciones
van a poner la nota de alegría necesaria
que me permita escapar un día más a la locura.
Cualquier mesa es demasiado grande si uno come solo.
No se puede conversar con los recuerdos.
Y la noche, la noche que alguna vez fue cómplice,
la noche que acogió nuestras quimeras,
la noche que nos condujo por calles nunca vistas
y veló nuestro sueño entre vastas carreteras
que siempre conducían, que nunca extraviaban;
la noche que amparó los momentos más dulces
hoy es tan sólo el testimonio de un vacío.
Y una vez más, como en una secuencia interminablemente repetida,
dejarse arrastrar a la inconsciencia de los fármacos
sin poder evadirse a la certeza
de los días vencidos, de las tardes calladas,
el incoloro deambular entre plazas olvidadas
los restos calcinados de los parques de otoño.
De Destierro. Poemas de @S_Borao_Llop