¿Quién te devolverá el rumbo, perdida barquichuela?
Si hubo un tiempo de calma, suave brisa,
si hubo una mar sumisa, claras aguas
cálidas, transparentes...
Hoy es negra la mar, fieras las olas
y ese sol inclemente allá en lo alto
y esa sal acrecentando el dolor en tus heridas.
Todo es un elevado acantilado en torno
y allá arriba no hay nadie, no hay un rostro
en cuyos ojos reflejarse, ni una mano
que pueda rescatarte de ese mar en tinieblas.
¿Qué mapas consultar? ¿Qué brújulas? ¿Qué estrellas?
¿Qué otro azul navegar? ¿Qué otra quimera?
¿Dónde fueron los puertos del pasado?
¿Dónde aquellos océanos de almíbar y promesas?
Oscuridad sin nombre y algas muertas
y el frío entre los huesos. Sentencia impronunciable
pero cierta.
Como el embate fiero de las olas
que allanan la paciencia de las rocas.
Como el recuerdo atroz de los días veloces
que quedaron atrás entre poemas olvidados.
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