Hoy ya sé que no importa el nombre de la rosa,
ni siquiera la apariencia de sus pétalos.
Hoy sé que lo que importa es simplemente
haber tenido la dicha de sentirla
como un ave de nieve entre las manos.
Es saber que su aroma inconfundible
perfumó el devenir de nuestros pasos,
saber que su presencia fue importante,
que llenó nuestras noches con su esencia;
saber sencillamente
que un día estuvo ahí para colmarnos
con su amable candor, con su fragancia;
que un día estuvo ahí para mostrarnos
las vertientes amables del camino
y pintarnos el rostro con sonrisas.
De Por si mañana no amanece
Estoy lejos, pero he hecho un alto en mi camino para visitarte. Hermoso este poema. Sencillamente hermoso. Un abrazo!!!
ResponderEliminarGracias, Mayte. Un abrazo en la distancia.
ResponderEliminarStat rosa pristina nomine... ¿Qué hay en un nombre? Una rosa es una rosa (es una rosa, decían Gertrude Stein y Mecano) - pero el poema necesita nombrar de alguna manera el recuerdo de la rosa.
ResponderEliminar"Si (como el Griego afirma en el Cratilo)
ResponderEliminarel nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de rosa está la rosa..."
así lo dice Borges en su Golem. Nombrar, de alguna manera es convocar; tal vez pensamos (especialmente los poetas, obstinados soñadores de utópicas galaxias) que nombrándola, la rosa aparecerá de nuevo a nuestro lado...
Gracias por tu presencia en estos desiertos y un abrazo.