A veces se abren los ojos de repente.
Entonces, deslumbrados,
heridos por la luz,
nos negamos a mirar el sol
y seguimos andando entre tinieblas.
Pero el súbito destello
se queda tras los párpados cautivo
y viene perforando los sentidos,
insinuando inquietudes.
Y ya nada es igual. Todo aparece
impregnado de falsas certidumbres,
sembrado de certeras falsedades.
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