duermen tardes profanas de tacones y ensueño.
Tras las puertas cerradas del horario,
se acumulan, prisioneras, las palabras.
Tras las máscaras yertas del gesto repetido,
hay miradas que violan las barreras del tedio.
Viene lento, implacable, el tiempo del encuentro,
la hora inesperada del dulce sortilegio.
Hay mareas de viento soplando el horizonte
y barriendo en secreto imágenes caducas.
¡A la hoguera las máscaras impuestas!
¡Al olvido cadenas y fórmulas y formas!
No más muecas fingidas, no más frases de arena,
no más noches sin sueño de llama atormentada.
Todo será de arcilla para formar un rostro
único, irrepetible, de plenitud sincera,
donde verternos, diluirnos, encontrarnos,
donde la sangre sea
lava que se derrama impetuosa,
redescubriendo mundos, moldeando laderas
de una noche sin tregua que desliza
una lengua de sal sobre la sal callada.
Todo un único labio, una luz compartida,
una flor derramando su aroma sobre el alba.
Hermoso...
ResponderEliminarGracias. Un abrazo.
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