1 de marzo de 2014

Fiebre


Tengo fiebre.
Mi frente arde y me abrasa la sed. 


En el sueño, hay desiertos rebosantes de arena y el sol está enfurecido, a juzgar por los violentísimos rayos con que castiga la infinita superficie arenosa que se extiende ante mis ojos. Hay minas de sal que causan dolorosas llagas en mi cuerpo enrojecido. Hay látigos de fuego que laceran mis carnes y queman mi cordura. Hay mares de ceniza que me envuelven, ahogándome. Hay manos falsas que me ofrecen vasos de plata llenos de vinagre y orina; rostros falsos que sonríen con fingida dulzura mientras ponen ante mí toda clase de manjares escogidamente salados, cuya sola visión hace aumentar sin mesura la fiebre que me abrasa.


Consigo despertar, mas mi garganta está seca. Mis labios, resquebrajados. Apenas consigo abrir la boca. Al fin, con gran dolor, he conseguido llamar al carcelero, pero ha sido apenas un susurro. Sin embargo, ante mi sorpresa, no ha tardado mucho en aparecer junto a mi catre. 


Con palabras entrecortadas, con abundancia de gestos, con ansiedad, solicito un poco de agua. Él, entonces, sonríe maliciosamente, y me ofrece un cigarrillo.


En venganza, me duermo, y sueño torrentes vertiginosos que le ahogan y me refrescan.


Más viñetas carcelarias en Celda.

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