La bodrioteca de Sturgeon la componen el 90% de los libros que se publican (no hay datos respecto a lo que no se publica, pero es coherente pensar que el porcentaje sea parecido).
La figura del bodriotecario, entonces, resultaría innecesaria, a no ser por un perverso instinto que nos empuja a la búsqueda de libros que, bien lo sabemos, nada han de aportarnos. Pero la fe en la incapacidad del sistema es nuestra guía: Ocasionalmente, un error burocrático provoca la presencia de un libro valioso en las vastas estanterías de la bodrioteca. La búsqueda de dicho volumen -cuyo título ignoramos- puede llevar toda una vida, y acaso justificarla.
Pero nada asegura la existencia de dicho libro, ni el éxito de nuestra descabellada empresa.
Publicado originalmente en La mirada oblicua, Al_Andar y el libro electrónico Camino al andar.
Ningún libro aporta algo a todo el mundo... y no hay libro del cual no se pueda sacar alguna enseñanza, aunque sea "a contrario". De lo cual deduzco entre otras cosas que todos los que escribimos hemos contribuido a la bodrioteca...
ResponderEliminarEn efecto. La bodrioteca, como los laberintos de Borges, es infinita. Porque (parafraseando -más o menos- a Heráclito) podemos decir que ningún libro es dos veces el mismo libro.
Eliminar