27 de junio de 2020

Recuerdo del jardín botánico



A veces eran también los árboles
(el álamo negro, la glicina, 
el magnolio y la palmera mejicana)
pero siempre al final
eran los patos:
nuestro banco y los patos;
era todo un ritual, aquellas tardes 
siempre estaban marcadas 
por un hagamos esto,
vayamos a tal sitio, 
pero siempre los patos
como un lugar sagrado
lejos de la ciudad y de los golpes
que la vida se empeña en asestarnos.

Todo ha cambiado mucho,
han pasado los años;
hoy los patos son otros
y tu sombra pervive
tan solo en mi recuerdo.
También vienen palomas, 
los patos se abandonan a la sombra.
Dos tristes cisnes surcan su reflejo
en las ondas silentes de las aguas,
tristes y solitarios, 
tanto que nunca parecieron 
tan fuera de lugar 
como en el centro justo de esta escena
que ahora estoy contemplando.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. No era esa mi intención pero, después de todo, el llanto es una emoción o la consecuencia de una emoción, así que también es una forma de reconocimiento. Gracias.

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  2. Muy vívido, Sergio; te transporta a ese jardín botánico. En el que por otra parte creo que hemos estado todos, me suena la foto.

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    Respuestas
    1. Gracias. Sí, es el jardín botánico de Zaragoza. Muchas tardes habremos pasado allí la mayoría de zaragozanos, solos o en compañía. Uno de estos días tengo que darme una vuelta por allí, que hace un tiempo que no voy. (La foto es un clásico, me parece. Es una de las vistas más populares del sitio. Tengo otras, pero esta me pareció la mejor)

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