26 de abril de 2012
Como lágrimas en la lluvia
Vine a gritar y me pobló el silencio.
Del son, sólo fantasmas nuestras voces.
Pues todas las palabras:
las que un día cantamos,
aquellas que callamos,
las que nunca debimos haber dicho,
también las que escuchamos,
pensamos inventamos escribimos,
las que en algún otoño nos dañaron
y las que despertaron un lánguido suspiro,
las que pintaron una sonrisa en nuestros labios
y las que no dejaron ningún poso en nuestro espíritu;
y aun éstas que ahora escribo,
éstas que acaso estás leyendo,
también se perderán en los pliegues del tiempo.
Sólo seremos ecos,
provisionales ecos rebotando
hacia un sol extinguido.
De Por si mañana no amanece
Publicado en El cronista de la red, Misioletras y en el libro electrónico Camino al andar.
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Y sin embargo, mientras son provisionales, hasta las palabras que nunca dijimos seguimos oyendo.
ResponderEliminarEsas son, tal vez, las que más perduran, las no dichas. Y no ya por las palabras en sí, sino por lo que, con su inexistencia, determinaron en nuestras vidas.
Eliminarsergio
ResponderEliminaruniversal poema
porque cada uno en su historia, tiene persistiendo la memoria
aún cuando se tenga control del nunca más
pero las presencias aparecen con un timbre cualquiera
y entonces disparan a la mente en los silencios, se pueblan,sí,y uno va rumiando ...
es el efecto despedirse...como el agujero de ozono, conviene no provocarlo más...
quizás llenarse de ruidos del afuera...
muy buen trabajo desde las vísceras del personaje
cariños
Gracias por tus palabras, Mabel.
EliminarUn abrazo.