28 de diciembre de 2011

Habitaciones


Habitaciones que se bifurcan,
que se multiplican y no terminan.
Que son distintas y son todas la misma.

Pasillos que no conducen ni extravían.

Helados muros que devuelven, indiferentes,
el eco angustiado de mi voz que te llama.

Y en el medio de todo
mis pasos, quietos, sin destino,
mi alma yacente, precipitada
en el abismo de tu ausencia.


De Destierro
Publicado en Inventiva social y en el libro electrónico Camino al andar

24 de diciembre de 2011

Niño (estampa navideña)

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado
-Miguel Hernández-

Niño. Niño del extrarradio. Niño de los cartones y el gesto huraño.

Déjame en esta noche cantarte, niño esquivo; deja que mi palabra te acaricie; que este grito de sangre que me agobia surja feroz y ardiente como un magma de espanto, como una sonora bofetada en el rostro impasible de los dioses.

Atrás, lejos, muy lejos, hay la caricia de una madre, un recuerdo borroso que tu piel, hoy endurecida por lluvias y quebrantos, evoca muy de cuando en cuando, quizá para escapar al miedo de las noches pobladas por expectantes ratas, gritos enloquecidos y algún llanto lejano. Niño.

Tu luna de cristal es la farola de la esquina, que una piedra a destiempo borra sin el menor remordimiento, sumiendo en las tinieblas tus años infantiles. Niño.

En tu mano surcada por miríadas de líneas, falta una: La línea del futuro. Acaso la borraron otras líneas menos inofensivas: las hondas cicatrices que dejan los cristales, las latas, las traidoras astillas escondidas. Niño.

Hubo quien te enseñó que una navaja abierta es la estrecha frontera entre el frío y la nada. Que un silencioso uniforme en la distancia puede significar la pérdida del cielo que cobija tus sueños, si es que soñar aún no es imposible. Que la noche es un hediondo basural donde encontrar aquello que la suerte te niega. Niño.

Niño de ropa vieja y mejillas manchadas, sospechoso habitual, espectro sin respuesta. Niño.

Niño gris de chatarra, papel y heridas sucias. Niño de octubre sin zapatos ni amor ni primaveras. Niño de negros ojos y silencio en los labios. Niño sin videojuegos ni esperanzas, sin lágrimas ni risa, sin un abrazo confortable, sin futuro. Niño de otoños largos sin música ni escuela, sin papá noel ni reyes magos, niño sin villancicos. Niño ajeno a ese mundo de escaparates encendidos y cenas navideñas. Niño de la inocencia asesinada. Niño que te repites por todas las esquinas. Niño que una mañana no amaneces. Niño.


De Prosas breves.
Publicado en Revista Almiar, MorsaDice y Al Andar

20 de diciembre de 2011

Matrioska


Alma
cautiva en un cuerpo
anclado en una celda
la más oscura celda de una prisión infinita
arraigada en el corazón de una ciudad sin nombre
la más anónima de todas las ciudades
de aquel mundo perdido entre millones
de planetas
__________estrellas
__________________nebulosas
en constante movimiento.

Y sin embargo, todo
parece suspendido en el instante.


De Por si mañana no amanece
Publicado en Inventiva social, IslaNegra, MediaIsla poeMartes, La Máquina de escribir y Mis poetas contemporáneos.

16 de diciembre de 2011

Astros negros


Hay una muchedumbre de astros negros celestes
allende las fronteras que idearon los dioses,
allá donde los niños y los ancianos héroes
juegan sin entusiasmo a juegos no inventados
y las blancas alas de los serafines proletarios
dibujan círculos rectangulares en pos de un ángel
que, mudo, sonríe con maldad infinita
contemplando el tragicómico deshojar de margaritas
de las enamoradas vírgenes armadas de compases y pestañas.

(¡Ah, no!. No me digáis que el escenario está vacío
y los gusanos ya volaron en busca de otros muertos)

Raudos trenes expresos transportan inexpresivos
las tardías sensaciones de los recién nacidos
condenados a viajar perpetuamente en el vagón de cola
o en abrasantes utilitarios desparramados
por las derretidas venas de una vasta metrópoli
mientras se desploman aviones de un cielo tormentoso
entre humo terror y sangre y llamas.

¡Todo es noche incendiada!
¡Todo es infierno y caos!
¡Todo es un sanguinario pico destronando
las absurdas esperanzas de los cielos!

Hoy quisiera contar que entre soles y estrellas
una niña fugaz sonríe tristemente.
___________________________Quisiera
convencerme de la inocencia de las flores,
del vago resplandor de los espejos
que largamente reflejan la nada que nos cubre.
Quisiera decir sencillamente "hasta mañana"
y amanecer sin un rasguño al otro lado,
mas la noche, burlona, jugó sus cartas marcadas
y su canción anuncia que nunca volveremos.

Despertar
__________es la temible venganza de las nubes.


De Extrañamientos y rescates
Publicado en Arte Poética, en la web de Isabel Miralles y en la antología Poemas Quietos.

10 de diciembre de 2011

Sin destino en la ciudad


Caminar sin destino en la ciudad
es una forma de recuperar estampas,
vacíos antiguos, veladas ruinas.

La luz de una vidriera nos dice quienes fuimos,
ajustamos el paso a las baldosas
blanquinegras que adornan las aceras,
todo retorna a su vieja asimetría.

Caminar sin destino entre las gentes,
bajo el ruido que reina en la ciudad,
es una forma de saber que estamos vivos.

A nuestro alrededor los rostros deambulan,
en los gestos hay un rastro de armonía,
puede sentirse el calor entre las calles.

Pero alguna vez todo calla de repente:
cesan las conversaciones que nunca sucedieron,
se apaga el brillo de los escaparates,
nadie ríe, nadie celebra, nadie canta,
nadie grita sobre el silencio del asfalto.

Y entonces uno sabe que todo forma parte
del mismo sueño que incesantemente se repite
(como una siniestra tortura de los dioses)
sobre las turbias almohadas de la noche.


De Metropolicromía

7 de diciembre de 2011

Cansancio

Es cierto que cuando se ha caminado mucho, y aunque a pesar de todo no se haya llegado muy lejos, o quizá precisamente por eso, tiende a apoderarse de nosotros un cansancio que, por desconocido e inesperado, nos desconcierta. En tales casos, uno piensa que tras una larga y apacible noche junto a un hogar cálido, sobre un lecho confortable y al abrigo de las mantas, todo será de nuevo como al principio, que se habrá borrado la fatiga y podrá reanudarse el camino con renovadas energías. Pero en ningún modo es así. Este cansancio es persistente y no bastan la noche, el hogar y las mantas para hacerlo desaparecer. Aun si la noche fuese tan larga como el día que la precedió -ese prolongado día que fue testigo de nuestro arduo caminar- no hay garantía alguna de recuperación. Así, cuando amanece -si hemos de suponer que tal cosa puede ocurrir en realidad- la fatiga es casi tan grande como en el momento en que nos tendimos a descansar. Quisiéramos dormir un rato más, sentarnos junto al fuego, demorarnos un poco aún junto al umbral, pero el Posadero nos ha acompañado hasta la puerta y, con gesto amable, nos mira como invitándonos a partir. Su mirada es tranquila y quizá hasta compasiva, pero el mensaje que se desprende de ella es inequívoco: Debemos reemprender la marcha de inmediato. Y así lo hacemos. Resignadamente. Nos despedimos con un gesto, retomamos el sendero, verificamos la ruta -aun sabiendo que toda ruta es ilusoria- y nos preguntamos si algún día, por fin, llegaremos. Tal vez nos ayudase -pensamos- saber a qué lugar nos dirigimos.

De Prosas breves
Publicado en Revista Almiar, MediaIsla proSábado, boletín Misioletras nº 86 y en el libro electrónico
Camino al andar.

2 de diciembre de 2011

Para no regresar


Para no regresar
quemé los calendarios
como si fueran puentes.

¡Inútil ejercicio! Las cenizas
impregnaron mis ropas; me dejaron
un olor a nostálgicos licores,
una canción dormida entre los labios,
el lacerante poso de una ausencia.


De Por si mañana no amanece
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