23 de junio de 2011

Laberinto


En nuestro propio laberinto
podríamos creer que somos dioses.

Pero es una ilusión. Aunque lo hayamos
arduamente creado, tejiendo encrucijadas,
edificando muros y abriendo galerías,
no nos es dado conocer su centro
ni descifrar su nebuloso código
de circulares ecos y vastas soledades.

En nuestro laberinto
apenas somos desorientados minotauros
en espera de un sol o de una espada.


De Por si mañana no amanece
Publicado en Inventiva social, Mis poetas contemporáneos y en el libro electrónico Senda, y leído en el programa de radio Una noche inolvidable

22 de junio de 2011

Humo


Escuchó la fuga de un eco en su memoria. Supo entonces que todo lo ocurrido después no merecía la pena. No fueron más que puñetazos al aire, bocanadas de humo sin cigarrillo, reflejos de un eclipse.

¿Quién iba a recordar ahora si las libélulas emigraron en noviembre o de qué fuentes manó la sangre de los parias? ¿Con qué ojos mirar hacia el ocaso sin evocar la precisa sentencia del olvido? ¿A quién iba a importarle si el norte es el oeste o si el este termina por devorarse a sí mismo como un intemporal Ourobouros? (El sur no, el sur es siempre el mismo resplandor crucificado)

Y esa persistente voz preguntando una y otra vez cuándo terminó exactamente la película; esa voz queriendo averiguar (¡cómo si eso fuese a cambiar algo!) cuánto tiempo llevaba presionando inútilmente los botones del telemando y recibiendo por única respuesta una pantalla negra que grita "Nevermore!"


De Prosas breves
Publicado en proSabado (MediaIsla), Al_Andar y en el libro electrónico Camino al andar

21 de junio de 2011

Nostalgia


A Ítaca volví; fue mi destino.

Largo tiempo vagué sin otra idea
que retornar a sus doradas costas.
Hubo noches de fiebre, dolorosas heridas,
desesperadas horas de silencio.

Es cierto, sí, que padecí la cólera
del feroz Poseidón y del exilio;
que velé eternas noches para no perecer.

Mas al fin regresé: fue mi destino.

Atrás quedaron cíclopes y cantos de sirena;
lejos ya en la memoria, la divina Calipso,
la funesta Caribdis, y Circe, la hechicera.

Pero hay atardeceres melancólicos
que me traen aromas de ese tiempo;
mirando al horizonte y al pasado
siento el ardor del viejo navegante.

A Ítaca volví; fue mi destino
mas hoy siento nostalgia de la espuma
del viento, de la sal, de la resaca...


De Arenas de Ítaca
Publicado en Inventiva social, Mis poetas contemporáneos, Gaceta virtual, en el libro electrónico Senda y en la antología Versos sin bandera (Ed. Tusitala)

19 de junio de 2011

Santuario


Hay un lugar sagrado (el corazón humano)
repleto de demonios y arcángeles y vísperas,
repleto de cadáveres y niñas de ojos negros
que invitan a la vida.

Un palpitante santuario carente de sacerdotes.
Un templo misterioso lleno de extraños ritos
que acaso asustarían a los posibles visitantes.

Mas aquí no hay turistas ni peregrinos;
es un lugar callado y solitario
cuyas puertas se entreabren muy raramente
a vientos desconocidos.

Ocurren entonces fenómenos inexplicables,
como la floración y la música
y el vuelo de gorriones y de alondras y musas.

Pero al final de la estación
la puerta termina por cerrarse
con un sordo chasquido
y todo cesa.

Excepto la desconcertante salmodia
que va retumbando por todo el ámbito
de la catedral en llamas.


De El rostro prohibido
Publicado en Poesi-as, Revista Almiar, Proyecto Patrimonio, ArtePoética y en los libros electrónicos Camino al andar y Senda. También en la antología Poemas quietos (Ed. Mizar)

18 de junio de 2011

Ojos sin nadie


Dicen que un abrigo negro se lo llevó una noche,
que una sombra mortal iba envolviéndole,
que una estrella fugaz lloraba su destierro.

Supo entonces de plazas donde la luz no existe,
conoció las palabras carentes de sonido,
habitó las vertientes del olvido.

Una capa negra, dicen, se lo llevó despacio
a una ciudad de huecos corredores
y vastas avenidas en penumbra
y velos que se pierden tras todas las esquinas.

No le veréis mañana, será otro;
otro su corazón, otra su piel, su fiebre.

Pues dicen que una noche
se perdió entre otras calles
y unos ojos sin nadie se lo llevaron preso.


De El rostro prohibido
Publicado en Al_andar, La Biblioteca de Bizien y en el libro electrónico Camino al andar

17 de junio de 2011

Santateresa


Los humanos nos juzgan crueles, pero ¿qué valor puede tener en estos tiempos la opinión de los humanos?

Consideran que nuestras costumbres sexuales son violentas, pero ¿hay algo más violento y sanguinario que ellos sobre la faz de la tierra?

Cierto es que matamos a nuestros amantes durante la cópula, pero ¿qué mayor homenaje a sus caricias? Puesto que la muerte ha de llegar forzosamente ¿no es mejor su advenimiento durante el delirante clímax?

Que nadie vea en estos argumentos una justificación. No hay tal cosa. Si arrancamos la cabeza de nuestros amantes durante el acto es simplemente porque hay en nosotras un impulso que no puede ser reprimido, y que proviene sin duda de la voluptuosidad del instante. Pero no hay engaño. Saben que así debe ser, y cumplen su papel sin la menor queja. Amar y morir son una misma cosa para ellos. No hay traiciones, ni deslealtades, ni malentendidos. Sólo el placer, y después la nada. A nosotras, en cambio, nos queda la amargura de la soledad, la certidumbre del desencuentro.

Uno tras otro, van pasando por nuestras vidas. Llegan, nos aman y se van, sin posibilidad alguna de regreso. Casi no da tiempo ni a juntar un puñado de recuerdos. Por eso siempre estamos profundamente tristes; en nuestro abatimiento, parece que rezamos.

Hay voces que afirman que nuestra conducta sexual está basada en el antiguo principio que dice que todo macho es infiel por naturaleza, y que sólo tratamos de protegernos del inevitable abandono. Pero estos teólogos carecen por completo de credibilidad. Una hora de irrefrenable lujuria con una de nosotras bastaría para desmontar la más sofisticada teoría al respecto.

Los humanos nos miran por encima del hombro, pero en la intimidad nos envidian, y en el fondo les gustaría poder imitarnos, sentir el vértigo del instante, paladear esa espesa mezcla en la que miedo y deseo son una misma gelatina multicolor, habitar, apenas un momento, esas zonas oscuras de su alma a las que ni siquiera en sus horas más desoladas se han atrevido a asomarse.

De Prosas breves
Publicado en Al_Andar, Inventiva social y en el libro electrónico Camino al andar

16 de junio de 2011

El olor de las flores


Cerré la puerta suavemente
como otras tantas veces
y me alejé en silencio.

Siempre viví cerrando puertas
o viéndolas cerrarse tras de mí:

Puertas entrecerrándose implacables
como una barricada ante mis ojos.

He aprendido que cada despedida
es el eco de un canto cancelado.
Que una mirada al borde del andén,
el gesto de una mano que se pierde
o un avión despegando
son heridas que nunca cauterizan.

Es necesario entonces
cerrar las puertas con tristeza
y alejarse despacio hacia poniente
en busca de otros soles, de otras Ítacas
de otros ríos y aldeas
allende el horizonte de los días.

Mas no es fácil caminar cuando se sabe
que el olor de las flores no regresa.


De Destierro
Publicado en PoeMartes (MediaIsla)

14 de junio de 2011

Albaida


Recuerdos de una ciudad en la que nunca estuve.
Sus casas blancas, de paredes blancas
como blancos fantasmas condenados
a la inmovilidad de las esquinas.
Sus calles grises, de asfalto o de ceniza,
espejo acaso de mis propios gestos.

Una plaza vacía, unos bancos de piedra,
una campana muda presidiendo la escena.
Bajo el sol no anda nadie.
Tal vez cuando anochezca cobre vida
esta ciudad que habita mis recuerdos.

Recuerdos de una ciudad en la que nunca estuve.
Escenas que en algún lugar o tiempo
están, lo sé, esperando mi regreso.


De Por si mañana no amanece
Publicado en Inventiva social, El cronista de la red, Mis poetas contemporáneos, Poetas del mundo y en los libros electrónicos Senda y Camino al andar

12 de junio de 2011

La noche es pródiga en ausencias


La noche es pródiga en ausencias.

Sobre almohadas dormitan estaciones desiertas.

Mas debe haber algún tren entre los páramos,
o en el fondo sin nombre de los túneles.
Debe haber algún tren quizá dormido,
bruscamente parado al borde de un recuerdo,
girando sin consuelo tras una aurora falsa
o apresado en la telaraña de los itinerarios.

Hay calma en el andén, niebla de cigarrillos,
ojos enrojecidos de espera, un viento frío.
Hay trenes varados, negros, trenes averiados
siniestramente abandonados en alguna vía muerta.
Nada se mueve, todo es quietud en tonos grises,
ni un sonido perturba la paz de las almohadas.

Y sin embargo, el sueño esboza una presencia
al final del andén, sin maletas, sin prisa,
un rostro que apenas presentido se diluye
en la explosión violenta del día que comienza.

El alba es un puñal de amargo filo
que penetra de luz los trémulos andenes.

Y a este lado, la estación está vacía.


De El rostro prohibido
Publicado en Revista Almiar, PoeMartes (MediaIsla) e IslaNegra

11 de junio de 2011

Proyecto Uno


Desconcertado, consultó otra vez los planos. Había revisado el proyecto de arriba a abajo un sinfín de veces sin encontrar el menor fallo en él. Sin embargo, ahora que ya todo estaba en marcha, no cabía la menor duda: Algo había salido mal, pero se le escapaba qué pudiera ser. Corregir el error se le antojaba imposible; la mera admisión del mismo resultaría nefasta para su carrera. Así las cosas, no vio más que una solución. Mandó llamar al subdirector. Al hablar, fue tajante:

- Hay que poner en marcha el plan B. De inmediato.

El subdirector asintió sumisamente, adoptó la forma de serpiente con la que el mundo habría de recordarle y partió a cumplir su misión.

Así fue como Eva y Adán creyeron ser expulsados de un paraíso que jamás existió. Para que la ilusión fuese perfecta, hizo falta sembrar la semilla de la culpa y la desconfianza en sus corazones vírgenes. Después, el escriba oficial, siguiendo al pie de la letra las instrucciones recibidas, según es costumbre en los escribas oficiales, redactó una edificante historia repleta de tentaciones y manzanas.


De Prosas breves
Publicado en el libro electrónico Camino al andar y en ProSabado (MediaIsla)

7 de junio de 2011

A Ítaca llegué, mas no era Ítaca


A Ítaca llegué, mas no era Ítaca.

Sus calles parecían las calles de Ítaca.
Las gentes hablaban el viejo idioma.
Los vestidos y peinados de las mujeres
eran iguales que en Ítaca. Las casas,
los palacios, el hogar de mis padres,
los cantos de los pájaros...

Los dioses eran los dioses de Ítaca,
los pórticos, el río, los esclavos;
el vino era sin duda el vino de Ítaca,
también los mercaderes y manjares.

Todo estaba en su sitio, pero aquello
no era lo que dejé, lo que anhelaba
encontrar al regreso...

A Ítaca llegué, mas no era Ítaca
o no era yo quien a Ítaca llegaba.


De Arenas de Ítaca
Publicado en PoeMartes (MediaIsla), Inventiva social , IslaNegra y La Buhardilla

5 de junio de 2011

Minotauro al sol


A J.L.B.

¿Será entonces la ausencia
mi patria verdadera?

¿Será la arena inmóvil
el único paisaje?

El laberinto no es como contaban
las antiguas leyendas.

Es sólo una extensión interminable,
un cielo gris sin puertas;
sólo tiempo y distancia,
entrevisiones
de algo que nunca está,
esperanzas truncadas
y un viento frío. Ecos
de nombres ya olvidados.

Cierto: No hay muros, pero
la libertad es también un espejismo.


De Por si mañana no amanece

4 de junio de 2011

Antes del fin


Cuando subía la cuesta en dirección al Puente de Piedra, me abordó una jovencita. Explicó que su moto la había dejado tirada y necesitaba un euro para gasolina. Conté lo que llevaba en mis bolsillos: Dos euros y algunos céntimos. Se lo di todo. Ella protestó. Yo insistí. Ustedes, malpensados, creerán que lo hice porque era joven y rubia. Porque a pesar del pelo enredado me resultaba atractiva. Ante eso me encojo de hombros y, si aún pudiera sonreír, sonreiría. Durante unos instantes, contemplé cómo se alejaba. Luego terminé de subir la cuesta, llegué al puente, me aseguré de que nadie estuviera mirando -actitud ésta un poco ridícula, si se piensa en ello-. Después, lentamente me asomé por encima del pretil de piedra. Respiré hondo. La corriente, imparcial, discurría allá abajo, como un firmamento líquido.

De Prosas breves
Publicado en la revista Con voz propia y en Inventiva social.

3 de junio de 2011

Matar un unicornio


Matar un unicornio
_________________.a sangre fría.
Contemplar impasiblemente su agonía.
Oler el poso amargo de su sangre.
Esparcir sus cenizas
_________________.en la nada...

Matar un unicornio con mentiras,
clavar en su costado la daga traicionera
del recuerdo inasible.
__________________.Condenarlo
a errar por las estepas del olvido.

(En otro tiempo, en otros mundos,
la vida del unicornio fue sagrada;
pero en este siglo nacido entre tinieblas,
en esta tierra quemada por el odio,
el censo de unicornios disminuye
cada día
_________cada hora
y el ojo indiferente de los dioses
apenas certifica la matanza
con el pasivo gesto del frío funcionario.)

Ved, ved que tras las sonrisas apostados
esperan a su víctima los fieros,
los inconmovibles mercenarios,
los heraldos de la última tiniebla.

Matar un unicornio es condenar al mundo,
negar el canto azul de los jilgueros
y emponzoñar el alma errante de la noche.
Arrojar la cordura a la pira funeraria,
abolir las palabras que un día pronunciamos.

Matar un unicornio es el destierro;
cerrar de un manotazo el libro de la vida,
abandonar sin remisión la última esperanza.

Matar un unicornio
es verter la ignominia sobre el alba.


De Destierro
Publicado en la antología Versos sin bandera y en Poetas del Mundo

2 de junio de 2011

Zumbido


A veces, abro los ojos, me incorporo y camino con lentitud por las estancias. Como si aún estuviese vivo.

A veces, incluso me aventuro a salir al exterior para comprobar que otros seres semejantes a mí se mueven por las calles, se apresuran, chocan entre ellos, se someten a la tiranía de relojes y semáforos, se detienen y se miran unos a otros y en ocasiones conversan.

Sí, a veces también yo finjo estar ahí, entre ellos, provocando sonrisas o muecas de irritación o atascos. Finjo vivir. Pero siempre regreso al lecho en sombras. Me acuesto, cierro los ojos y convoco secuencias que nunca termino de comprender.

Finalmente, me pregunto cuál de estas irrealidades es más ficticia. Cual de estos dos sueños es el que está encerrado dentro del otro. Si tuviese acceso a esa ansiada respuesta, tal vez podría despertar, ser. En uno u otro lado, pero existir.

Lo que más me atormenta es ese molesto zumbido del teléfono que no parece tener lugar y que, sin embargo, nunca acaba de callarse.


De Prosas breves
Publicado en la antología Callejón de palabras (Ed. Mizar)

1 de junio de 2011

Esto soy: El poema

Nazco cuando tu vista me recorre.

Nada soy
hasta que tu mirada me construye,
hasta que tus ojos me modelan
sin saber si soy amigo o enemigo.

Porque aquí en el papel agazapado,
sólo espero el fulgor de una mirada
para clavar mis letras en tus ojos,
para hundirme hasta el fondo en tus entrañas
quebrantando la paz de tus sentidos.

¿Acaso esperabas un suave remanso de prados floridos,
una nube blanca con ángeles mansos,
una cristalina música de piano?

Quiero saltar, poseerte y habitarte
como habita la flecha el corazón herido.
Es decir, quiero ser tú, compartirte.

Garra soy, ala afilada,
el fuego en que has de arder,
el agua en que ahogarte,
el abismo sin fondo en el que hundirte.

Subiré por tu sangre envenenándote.
Recorreré tu carne desgarrándola
como felino hambriento y excitado.

También ansío acariciarte, mas ¡cuidado!,
que es toda garra siempre peligrosa
aun cuando sea amor lo que la mueve.

Esto soy: El poema. A ti me entrego.
En ti me reconozco y me diluyo.
A ti te pertenezco. Por ti existo.
Único, irrepetible, tus ojos me crearon
para ser tu verdugo o el agua de tus mares.

De El rostro prohibido
Publicado en Poesi.as, Proyecto Patrimonio y ArtePoética.net
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